28 de agosto de 2007

Recuperando la merienda

Tengo la sensación de estar regresando a la infancia. Con esta nueva dieta tengo derecho a merendar, menos mal, ya que sino no se si aguantaría toda la tarde. Una rebanada de pan bimbo y un poco de jamón serrano. No es mucho, pero a mí me sabe a gloria. Se está convirtiendo en una ceremonia que aguardo con impaciencia y que preparo minuciosamente: un plato de postre, dos lonchas de jamón y la rebanada de pan. Hago verdaderos esfuerzos para no comérme este minibocadillo de un bocado, algo que por cierto hasta ahora siempre hacía. Estoy acostumbrada engullir en vez de comer. Supongo que es un efecto de la ansiedad. Me he dado cuenta de que muchas veces comía sin hambre, únicamente movida por una inquietud interna, una especie de vacío que sólo la comida conseguía llenar. Por eso es para mi tan importante este régimen, no se trata únicamente de perder esos 20 kilos que me sobran, sino también de demostrarme que soy capaz de controlarme, de hacer las cosas con cabeza, y no únicamente dejarse llevar.

Cuando digo: ¡qué hambre tengo!, mi novia me dice que soy una exagerada, que no es para tanto, que parece que no hubiera comido. Se que tiene razón, que puede ser exagerado, pero para mí es así, no estoy habituada a tener hambre. Mi cuerpo, hasta ahora, era tratado como un rey, muchas veces no dejaba ni siquiera que tuviera la necesidad, para darle todo lo que necesitaba, así que ahora lo que toca es aprender que hay unos horarios, unas cantidades... En fin nadie dijo que esto iba a ser fácil, así que habrá que seguir adelante. Esta noche me toca cenar judías verdes..., y ya estoy soñando con ellas.

No hay comentarios: