29 de agosto de 2007

Pequeño desliz

Algún día tenía que caer, y hoy ha sido ese día. A pesar de que no me siento orgullosa de haber perdido el control, creo que la falta ha sido muy leve. Me molesta más el descontrol en sí que las consecuencias que éste pueda tener. Os cuento. Por cuestiones de trabajo no he podido venir a comer a casa, así que me fui con unos compañeros a comer a un restaurante. Era un lugar de estos que tienen buffet de ensaladas y luego si quieres un sandwich, una hamburguesa... Comí un plato de ensalada variada y una cocacola light. Hasta aquí todo iba perfecto. Tras la comida regresé al trabajo (habitualmente sólo voy por las mañanas, entro muy, muy temprano) y estuve muy liada hasta las 19.30, en que decidí que ya estaba bien y que debía marcharme. Los problemas comenzaron en el camino a casa. Empecé a tener mucha hambre y a pensar en la merienda que me esperaba (la tostada de pan y el jamón serrano). Nada más llegar y con bastante ansiedad devoré esta mini merienda, pero seguía con hambre, así que sin pensarlo mucho me lancé a comer más jamón y una rodaja de melón. Todo esto lo engullí en un plazo muy breve de tiempo, como en mis buenos tiempos.
Sinceramente creo que las consecuencias de este descontrol son mínimas, ya que en la comida me tocaba algo de carne que no comí y una pieza de fruta que tampoco comí. Tras el atracón, y para compensar, decidí que a la cena me limitaría a verdura hervida (sin acompañamientos) y me tomé un plato de acelgas y después una rodaja de melón. No es por justificarme, pero creo que entre la cena y la comida he logrado compensar ese pequeño desliz.
Insisto en que lo que más me preocupa es esa sensación de pérdida de control, algo que debería desaparecer de mi conducta con tanta rapidez como deberían hacerlo los kilos.

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